«Soja, a que precio».- por Pau Pereira.

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En 2002 empecé a trabajar con mi viejo. En ese entonces conocí a muchos productores agropecuarios.

Al cabo de un año empecé a escuchar que muchos de ellos decidían probar suerte con la soja. Ya que las retenciones elevadas a la leche no les dejaban el mismo rendimiento. A demás, es mas simple alimentar varias hectáreas de soja que de vacas. Animales que comen grandes cantidades, que hay que cuidar, que tienen que parir, que hay que darle lugar a los terneros, y hay que ordeñar de dos a tres veces por día dependiendo de la estación.

Pero no voy a adentrarme en «cómo administrar un tambo» hay muchos por menores que desconozco. Sin embargo, algo estaba pasando. En toda la zona central y norte, cercana a Buenos Aires, donde se producía la mejor y la mayor cantidad de leche para consumo humano a nivel mundial, empezaba a virar a la soja… nadie sabía bien para que se usaba, solo que dejaba mejor rentabilidad que la leche o el ganado. Así fue como a los costados de las rutas cada vez empezamos a ver menos vacas blancas y negras (la famosa vaca lechera) y empezamos a ver plantines… verdes rabiosos.. de soja al fin.
Primera cosecha, igual a platita en el bolsillo. Segunda cosecha, mas platita en el bolsillo. Tercera cosecha… bue, la idea ya se entiende. Y ahí todos empezaron a afilar los dientes. Porque todos querían engordar el bolsillo.

Empezaron con más impuestos y multas por exceso de producción. Arreglos por aquí y por allá para liberar la producción almacenada en silos que no se podían vender o exportar. A algunos se les pudrió la cosecha de todo un año y perdieron todo… porque nunca se informaron… o pensaron que a ellos no les iba a pasar. Pero la soja es un cultivo que necesita muchos nutrientes y luego de plantar soja, la tierra necesita mínimo 10 años para recuperarse al 100%.
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Y empezó el gran negocio de los pesticidas, la genética aplicada al cultivo y demás «mejoradores».

Acto seguido bajo el lema de «me mandé el re moco con mi campo y no quiero perder ni a la bolita» estamos pagando todos los platos rotos. Por qué? Porque la cantidad y calidad de la leche bajó, porque toda la zona central y norte cercana a Buenos Aires está tapada de soja que ES MALA PARA LA SALUD, porque en esa tierra no crece ni el pasto producto del monocultivo, de los fertilizantes industriales, de los pesticidas y de los deditos metidos en la genética de las semillas; y que si quieren meter de nuevo a las vacas ahí, se mueren de hambre.

Para colmo, el principal consumidor de soja a nivel mundial es China. Cuando hace 4 años quisimos enchufarles la soja a ellos, nos contestaron: «Tolo bem. Pelo menos veneno. Menos veneno y nosotro complamo.»

Y porque esa tierra esta tan echada a perder que ni absorbe la cantidad de agua que necesitamos todos para que no se inunden las diferentes localidades (a demás obvio del desmonte que viene bajando de la selva Brasilera y Misionera). En conclusión: estamos sentados sobre una mina de «oro verde» (así le dicen a la soja) que es invendible e incomible. Que te la enchufan en milanesas, en medallones de carne, en jugos galletas, etc y vos la comes porque sos cool y eco friendly y no entendes una goma, mientras miras la tele viendo imágenes de cómo se inundan en la provincia de Santa fe y Buenos aires y decís con la boca llena: «Pobre gente» y no se te mueve un pelo. Así termina la explicación de qué es el «Cinismo».

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2 COMENTARIOS

  1. Muy buena nota. Justamente hoy en el suplemento Rural sacaron una queriendo desmentir las consecuencias de los agroquímicos, quieren tapar el sol con un dedo…
    Me la llevo y la guardo para laburarla en ñas escuelas

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