Odiar la carne

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Por: David Rodriguez

Escuché decir que la latinoamericanización fue la consecuencia de una misión incumplida, algo perdido, que no quedó otro camino. En principio no me gustó, lo pensé, no me gusta, seguí pensándolo y no estoy del todo de acuerdo.

Anoche, después de tanto tiempo, me preparaba para ver un poco NBA. Tenía todo: un pedazo de carne asada, una gaseosa, papás fritas y una gorra de los Milwaukee Bucks que me regalaron en estos días. Todo listo, los negros que hacen bailar a los blancos saldrán a demostrar que, a pesar de los años, a pesar de las fortunas, de los autos, de los aviones, de las fiestas, siguen siendo la infamia social. Y a pesar de la fama, del vientre liberado, mantienen solida la hermandad que nació producto de los vejámenes provocados por la esclavitud.

Estados Unidos arde, como Tucumán, pero sin intelectuales ni artistas porque casi la mayoría de los deportes decidieron parar todo; qué fuerte es releer: “parar todo”, seguro que es porque no estoy habituado al paro en Argentina. Paro en España quiere decir desempleo, acá, en mi barrio, es no ir a trabajar; artilugios del lenguaje, colonialismo lingüístico: pido perdón al Rey por el desaire.

Lo cierto es que los negros tomaron el poder, lo hicieron con la fuerza de sus antepasados, por la sangre derramada, por los miles de hermanos y hermanas detenidos y maltratados, por Floyd, por Blake. Vale decir que no paran un día ni dos: se acabó la temporada.

El mitómano que ocupa hoy la Casa Blanca es la mejor evidencia de que no hay, no hubo serie distópica que mostrara la rebelión en el país en donde se supone nació la libertad. O por lo menos eso nos enseñaron, eso nos dijeron en la escuela, eso vimos en la televisión: the american dream.

¡Qué diría Freud de semejante sueño!

Hace unos días, en Argentina hallaron un cuerpo mutilado, irreconocible. No lo encontraron de casualidad, no, eso en mi país no pasa aunque a veces creamos que sí. Lo que se llama fuerzas de seguridad desplegaron todos sus recursos, que son pocos para esclarecer y muchos para enturbiar, para buscar a un joven desaparecido, sí leyó bien, joven desaparecido, es tan impensado como trabajador desempleado. Lo cierto es que quienes los buscan son los sospechosos de la desaparición: vaya paradoja si las hay en las instituciones modernas.

La madre del joven está casi segura de que el cuerpo encontrado es de su hijo; de lo que no está segura es de quién impartirá justicia si se prueba que integrantes de la policía lo mataron.

¿Pensaría en estas cosas el hombre que me decía que la latinoamericanización de nuestra región es un producto de un proyecto derrotado?

Ahora que lo pienso tiemblo; si lo comparo, como le gusta tanto a los politólogos argentinos estudiados en Estados Unidos, estoy frito o por menos siento el crujir del aceite usado.

Si se confirma que el cuerpo que hoy está siendo analizado es del joven desaparecido ¿se suspenderán los entrenamientos deportivos? ¿Se unirán las voces para pedir justicia? ¿Se parará todo? ¿Se acabaran las editoriales irresponsables de los “grandes diarios”? ¿Se dejara de llamar barrios vulnerables a los miles de habitantes excluidos? ¿Se parará todo?

Tal vez el hombre esté un poco errado en su aseveración, quizá no falte la memoria, tal vez haya que ir al fondo de sí mismo; en ese caso podríamos declarar fácilmente cada vez que alguien nos pregunte de qué estamos hechos los argentinos, de qué.

2 COMENTARIOS

  1. Está muy bueno el artículo!
    Muy bien planteado uno de los temas centrales de conflicto -en la sociedad estadounidense- el racismo o la supremacía racial (conflicto que también es de clase, obvio) y su analogía con los procesos aquí, aunque son distintos. Aquí prevalece o mejor debería decir, sobresale la clase -en muchos caso se da de manera simultánea-. Lo cual no quiere decir que el racismo no esté presente.Abrazo

  2. Hola Marcos! Gracias por leer y comentar. En principio podría decirte que, a mí juicio, no es posible la separación entre clase y etnia; en eso coincidimos. En el plano local, me parece que hay cruces, relaciones entre clase y supremacía racial. No pienso en sectores opuestos, pienso sí, intraclase, quiero decir, racismos entre,por ejemplo, comunidades originarias y criollos, porteños y provincianos.
    Nuevamente, gracias por leer.

    David.

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