Para la mano – por David Cronopio.

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Leí por ahí, no recuerdo exactamente dónde, que el que escribe debe incendiar el lenguaje, acabar con las cursilerías y francamente decir las cosas como son sin intenciones de debilitarla cuando aquella posee atributos que pueden incomodar a quien las lee. Escribir en contra del capitalismo-dice quien no logro recordar-con el bagaje mental y el vocabulario que se derivan del capitalismo, es perder el tiempo. Esas son mis pretensiones por un lado no perder el tiempo y por el otro nombrar a las cosas como son. Lo ocurrido esta tarde nos compete a tod@s, a todos aquellos que tuvimos la dicha de nacer bajo el cielo de la Democracia y también a quienes sobrevivieron a la dictadura, ¿democracia con falencias? sí, ¿con asignaturas pendientes? puede ser, pero democracia desde ahí debatamos, con pluralidad sin eufemismos. Mucho costó, sobre el suelo aun hay sangre derramada de nuestr@s compañer@s, aun hoy los gritos de dolor pululan en los ex centros clandestinos de detención, tortura, desaparición, hambre, desdicha. Madres y abuelas fueron luz cuando la oscuridad ocupaba la cotidianidad nacional, cuando los muchos que hoy invocan libertades ayer callaron, estos son los mismos que sin tapujos aclaran que nuestro bienestar es pasajero son solo ilusiones, que debemos abrigarnos si tenemos frío. Es complejo escribir hoy, la angustia aborda detiene el pensamiento comprime el corazón, daña. Recuerdo que mientras hacíamos el cordón un policía me miraba fijamente directamente a los ojos, pensaba en mi hijo, lo pensaba con la certeza de que podía encontrarlo en su casa o en todo caso escucharlo por teléfono, pensaba en los hijos de las madres, en los nietos, pensaba en aquellos que nunca han podido sentir la caricia de mamá, el abrazo de papá, la sonrisa de la abuela. Eso me llevo a invertir los roles, madres sin volver a ver a sus hijos, madres sin un lugar para ir a llorarlos, sin tumba, certidumbre de muerte incertidumbre de vida, abuelas gastando sus horas buscando a sus nietos, nietos sin identidad, identidad robada. Imagine lector, piense lectora un solo instante en la ausencia de su hij@, esfuércese para prolongarlo minutos horas teniendo la certeza de que su vida se apaga, de que los años pasan y las esperanzas de volver a ver sus ojos, de escuchar su voz cada vez son mas remotas. Theodor Adorno escribió en un esplendido llamado a la reflexión: “La exigencia de que Auschwitz no se repita es la primera de todas en la educación. Hasta tal punto precede a cualquier otra que no creo deber ni poder fundamentada”. Está en nuestras manos contarles a nuestros hij@s quienes fueron las madres, quienes las abuelas, porqué usan pañuelos, porqué exigen justicia no esperemos que otra vez se repita la historia no esperemos que se rompa todo, porque el recomienzo será cada vez mas complejo, más doloroso. Quiero apelar a su buena fe quiero que siga leyendo porque lo que le voy escribir puede dañar su sensibilidad, puede desestabilizar su hormigón ideológico, puede en todo caso confundirlo. El atropello con las madres de la plaza fue un golpe bajo a nuestra joven democracia, a nuestras aspiraciones de crecimiento, las madres y abuelas llevan sobre sí una gran porción del amanecer democrático, ellas enfrentaron al peor enemigo, estuvieron en las entrañas del monstruo y salieron, hablaron cuando todos callaron, y aun lo siguen haciendo, lo siguen haciendo con la misma intensidad de antaño, con mas arrugas, con paso más lento, con ausencias y eso es lo que jode. Piénselo, no ataque por atacar, reflexione, no repita, revea su odio disípelo, analice, no se deje embaucar, no se distraiga, un día de estos vamos a despertar y todo esto que construimos estará derrumbado, tendremos que volver a empezar otra vez. Nos quieren dominados, distraídos, nos quieren mercancía, nos quieren sumisos, atentan contra nuestra felicidad, subestiman nuestra inteligencia, ríen de nosotros, nos quieren esclavos. Nos les demos el gusto. Unamos fuerzas, limemos asperezas, exijamos, seamos conscientes, vayamos todos hacia un mismo lugar, no crea que ellos piensan en usted, no naturalice sus desdichas, sueñe como lo hicieron nuestros compañer@s. Son los mismos de ayer, renovados pero tan perversos como sus antecesores sino cómo se comprende que Celedonio Pereda presidente de la sociedad rural en 1976 enfáticamente expresó: “Llena de asombro que ciertos grupos pequeños pero activos sigan insistiendo en que los alimentos deben ser baratos”. ¿Le suena? Viene por nosotros que no lo agarren distraído atrapando pokemones.

Hasta la victoria.

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